Tina

Bañera.

Las TINAS son poco comunes en los cuartos de baño mejicanos.  Es posible encontrarlos en la práctica totalidad de las habitaciones de hotel y hay gente que las ha puesto en su casa por la misma razón que hay gente que pone bidés en España, por darle un toque de clase y distinción a esa habitación, a pesar de que saben que no lo van a usar nunca.

En Méjico la gente prefiere ducharse o DARSE UN REGADERAZO todos los días.  Para esto no es necesario instalar un monstruo que quita espacio y hay que limpiar.  Basta con un espacio de menos de un metro cuadrado, con muro de obra por algún lado y el resto acristalado.  Menos espacio, más práctico, más fácil de usar y menos despilfarro de agua.

Quizás por lo anterior, cuando se encuentra una TINA en un hogar mejicano, no encontramos la bañera clásica, sino uno de esos engendros motorizados que se han venido en llamar “Jacuzzi” o, mucho más propiamente para no hacerle publicidad a nadie, “tina de hidromasaje”.  El mejicano que se atreve a poner una TINA de estas en su casa no trata de justificarlo con necesidades sanitarias, sino que claramente lo hace como mecanismo de OSTENTACIÓN o de simple deseo epicúreo por el lujo y la relajación privada.   Al fin y al cabo, a estas TINAS se acude armado de geles, sales y espumas, no de jabones o champúes, y la compañía es necesaria para mantener los niveles correctos de agua sin excederse en el consumo.  

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