Un nuevo día y un nuevo blog. Quiero decir, una nueva bitácora.

Y es que a la tercera debería ir la vencida. Gracias a mi habilidad (o falta de ella) y a la forma en que Teléfonica reparte IPs (o no lo hace) «Cocopeli’s News», la bitácora primigenia, sólo está disponible desde los ordenadores de andar por casa y aquellos que tengan la amabilidad de conectarse a la red doméstica. Poca cosa. Tampoco el espacio que amablemente mi ISP favorito presta a sus clientes ha sido útil. Se trata de un páramo sin acceso a servicios mínimos. Sin el iWeb ni herramientas semejantes sólo puedo aspirar a colgar páginas tipo carta de ajuste.

Mientras ponemos remedio al caos cibernético, a la avalancha de códigos de usuario y claves mil, y a la renovación tecnológica pendiente, me he propuesto hundirme un poco más y crear este nuevo blog. Quiero decir, esta bitácora. Y para no perderme, también he decidido que lo mejor es dar a ésta y a todas las demás un caracter específico y propio. Diferencial que se dice. Como el cálculo de Newton, las tripas del coche o los hechos autonómicos. Hundido, pero no perdido. Diferencial.

Y para hecho diferencial español, nada mejor que la Nueva España, que no es precisamente nueva pero seguramente sí más «España» que las del otro lado del foso. Aunque sólo sea porque allá hablan español, no castellano, son más, más vitales y más diversos y más jovenes.  Y eso es lo que, de pequeño, creía que era ser español.  Hasta que me enteré de que somos canijos, calvos, malhablados, hoscos y solemos estar en permanente estado de cabreo.  Los genes de los tipos que se pusieron el mundo por montera y se dedicaron a construir ciudades, quemar naves, aprender lenguas y, en general, echarse pa’ lante parece que también emigraron.

Así que vamos a dedicar estas páginas al comentario del español para los castellano parlantes. Y se lo vamos a dedicar a México. A México lindo y querido. Porque, repito, el español es lo que hablan ellos. Nosotros no sabemos lo que hablamos.

A los españoles, pueblerinos ante todo, nos gusta decir eso de que como en España no se vive en ningún sitio. Lo cual no deja de ser una verdad como un pino para aquellos que nunca vivieron o vivirán más allá del horizonte que los vió nacer. En ningún sitio vivirán mejor o peor simplemente porque no lo harán en ningún otro lado. Aunque salgan y viajen, preferiblemente en grupito protector, se reirán de los que hablan raro, maldecirán la comida que no probaron y ejecutaran el número de la plañidera recordando una y otra vez las excelencias de su bareto favorito, refugio secreto de las más deliciosas cañas con patatas bravas. Y eso que no te mencionan el jamón serrano, que está de muerte. Para los demás, también muchos y muchos fuera y para siempre, la cosa no está tan clara. Se dice, se tiene que decir, como se canta a Asturias cuando haces patria con cualquier nacionalista de su pueblo. Nacionalistas de los de esta quinta, o sea andaluces, aragoneses, asturianos, baleares, canarios, catalanes, cántabros, castellanos varios, ceutís, extremeños, gallegos, murcianos, riojanos, valencianos o vascos. Seguramente también los de Melilla y el valle de Vielha. Al final va a resultar que es cierto. Como en España, la vieja, la nueva, la que llevamos alrededor o la que tenemos en la mente, no se vive en ningún sitio. Por eso, me llevo las bravas, los tacos, el jamón ibérico y hasta unas pupusas con loroco (que son de otra película) a la lista de los artículos imprescindibles para ir viviendo. Y hay que seguir sumando porque sino te mueres.

Todo lo anterior sirva para dejar claro que este blog / bitácora no tiene pretensiones de corrección política sino más bien de lo contrario.  Gachupines y Mexicas, Chilangos y Regios, encontraran cosas que despreciar y denostar.  Gracias.  Espero, no obstante, que alguien lo pase bien.
Las explicaciones saldrán directamente de las notas que fui tomando durante nuestra vida en México. Con Salinas la idea era localizar el tinaco en casa, el saco en los trajes y el poro en alguna sección del super. Con Zedillo me cayo el veinte de que México era mucho más, mucho más padre y más fregón; un país donde el más chimuelo masca rieles aunque sólo unos pocos se puedan permitir ir en caballo de hacienda. Con Fox había que tomar México de Hidalgo, no fuera a ser que esas costumbres, junto con la mordida, las madrinas y las mañanitas se fueran a esfumar.

Vana inquietud. Aunque esté tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos, México es mucho México. Para lo bueno y para lo malo. Como la Tricolor, jugaron como nunca, perdieron como siempre. O tal vez…

En fin, ocho años y unas tres mil anotaciones que no cabrán aquí. Compartiremos las que me parezca bien.  Como el New York Times, «All The Comentarios That’s Fit to Print».  O sea, los que me de la gana.

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